jueves, 6 de febrero de 2014

LA TABERNA DEL MAR, SANTANDER

     Tanto va el cántaro a la fuente... Que le vamos a hacer, no vengo por placer, y me he esmerado en verle algo no tan malo a este sitio (Santander), pero al final, no puedo dejarlo pasar. Igual que cuando a un profesor le va a reclamar un alumno un 2. ¡No hombre, no!

     Entré en este local buscando sitió para comer, después de haberme levantado de la mesa del local de al lado porque nadie me atendía (este lo comentaré otro día) a pesar de no haber nadie en el local. Cantabria infinita... ¡Y que lo digas! Infinita de ruina, de intrusos laborales y de gente que no atiende sus negocios con profesionalidad.

      El caso es que me decanté por el local de al lado (aún estoy sentado en él) que también estaba desierto. Le pregunté al camarero para comer y me indicó que me sentara donde más me placiera. El menú del día no sonaba mal, y pedí arroz blanco con chirriones en su tinta de primero y de segundo un revuelto de gulas y gambas. Bastante pobre todo la verdad. El arroz (mira que es fácil hacer arroz blanco) no estaba muy bueno, los chirriones, dos, enanos, nada del otro mundo. En cuanto al revuelto, especiado con pimienta y una pizca de orégano, parecía que quería ocultar su verdadero sabor. El aspecto de las dos cosas no era el más apetecible tampoco, pero bueno... De verdad que me empeñé en que no era para tanto. Pero aquí llega el pequeño desastre... El tío, con toda la amabilidad el mundo, no me ofrece postre. Le pido la clave del wifi y me dice que no la sabe. Me pongo a trabajar con mi pincho y le digo que me cobre. Y los 50c que me tenía que traer de vuelta se los queda directamente. Se autopropinó... ¡Con un par! Igual es que ya no paso una, pero joder, los detalles que tiene alguna gente son para echarse las manos a la cabeza.

     En fin, creo que soy el único primo que entra por aquí hoy en día, porque llevo desde las 14:30, son las 16:06 y aún no ha entrado nadie. Seguro qué estoy en otra dimensión. Voy a salir antes de que me absorba y me quede por aquí para siempre... ¡Uffff, qué horror!

La Taberna
C/ Hernán Cortés
Santander.