viernes, 8 de julio de 2011

Reciclaje de basuras para comidas DAKAR

     No soy muy amigo de las sidrerías, y no por prejuicio, he estado en muchísimas y por eso no me gusta casi ninguna. Pero lo de este sitio no tiene nombre... Me dejé convencer, a pesar de saber lo que iba a pasar, para comer en este inmundo refectorio.

     Aconsejado por mi acompañante pedimos una ensalada César (la primera vez que la veo en una sidrería). Una fuente bastante grande de matojos y malas hierbas con alguna que otra hortaliza camuflada, y dos trozos de queso de cabra intragables por el enorme parecido a masilla de tapar agujeros en paredes. El aderezo César, que no estoy muy puesto yo en que consiste, la verdad, es simplemente de aspecto sucio, amarillento, amostazado y grumoso. La tuvimos que dejar prácticamente entera.

     Para continuar una de croquetas. M A L A S, con aceitazo de solera de fogón, contundentes, espesas, de saborucio indeterminado, solo puedo decir ¡puaj!
    
     Agua sucia apucherada con filtro de gallumbos de niño recién despañalado. Una cerveza y agua. TREINTA Y DOS, 32 EUROS. Menuda tomadura de pelo. Por cierto, para pelo el del camarero, que parecía la tela de araña de una tarántula. Si le gusta llevar el pelo así por lo menos podría llevar una coleta. No sólo hay que ser limpio, si no parecerlo, y más en un restaurante.

     Este sitio fenomenal se encuentra en la calle Juan Alonso de Gijón.